02 diciembre 2005

JECAR PODÍA LIDERAR UNA POSTURA REVOLUCIONARIA EN LA TRANSICIÓN Y ESO LE COSTÓ LA VIDA

Lo conocí en La Habana a mediados de los 80, cuando nos reunimos en una casa de protocolo del Laguito, a propósito de un encuentro del Movimiento Democrático Popular (MDP) en lucha contra la dictadura de Pinochet para buscar la máxima unidad de las fuerzas democráticas que llevaran a su derrocamiento en Chile. Junto a él vimos a otros representantes de distintas organizaciones políticas muy jóvenes en los que apreciamos de inmediato una vocación de lucha unitaria, transparente, honesta y consecuente, era una nueva generación de combatientes por la libertad.
Sin embargo, Jecar destacaba de forma inmediata e impactante, su extraordinaria simpatía y liderazgo natural, junto a su sencillez, me cautivaron de inmediato, como creo que le ocurrió a varios dirigentes locales que tuvimos el privilegio de conocerlo, sin saber que sería la última vez que le veríamos con vida. La noticia de su muerte física, me impactó tanto como el conocerlo, y sentí el dolor y la impotencia que genera una valiosa pérdida, más allá del extraordinario valor de una vida, de su individualidad única e irrepetible.
Han pasado casi la misma cantidad de años que duró la dictadura, y sigo sintiendo su ausencia, por eso al encontrar esta entrevista no puedo dejar de compartirla en un duelo que traspasa el tiempo y las circunstancias.
Fahra, hermana de Jecar Nehgme:
JECAR PODÍA LIDERAR UNA POSTURA REVOLUCIONARIA EN LA TRANSICIÓN Y ESO LE COSTÓ LA VIDA

Cuando se conmemoran 16 años del asesinato de Jecar Nehgme Cristi, dirigente del MIR y de la izquierda chilena; su hermana Fahra nos cuenta algo más que un relato familiar, una reflexión de esta generación de Jecar, el Flaco, y su aporte en la lucha popular. Por Ana María Olivares y Lorena Sandoval.

Ustedes, los tres hermanos Nehgme Cristi eran niños de 8 o 10 años para la Unidad Popular. ¿qué recuerdos tienes de esa época en Temuco? ¿Cómo vivieron ese proceso?

R: En esa época era imposible no estar conectados con la Unidad Popular y, como niños, comentábamos las marchas, las concentraciones, habían trabajos voluntarios para arreglar plazas y nosotros íbamos a todo eso. Recuerdo los afiches de la UP, el “póngale el hombro compañero”, los rayados en las calles, los festivales de canto en el colegio, recuerdo a Víctor Jara, Allende. Después, durante el último periodo de la UP, ya se discutía la posibilidad del golpe en las asambleas y reuniones, nosotros lo escuchábamos porque mi vieja nos llevaba o era tema de conversación en la casa. Pero Jecar vivió mucho más de cerca el último tiempo de la Unidad Popular, porque el papá lo sacaba, lo llevaba con él.


En octubre de 1973 los militares se llevan y matan a tu padre Jecar Nehgme Cornejo que en ese entonces era profesor sanitario y dirigente socialista.¿Cómo vivieron su ausencia?

R: El asesinato de mi papá indudablemente que nos marca y su ausencia siempre la hemos sentido, pero creo que la actitud de mi viejo nos ayuda a asumir su muerte en una dimensión distinta, porque él mantiene su decisión de quedarse en Chile, no arrancar y no asilarse, aunque esa decisión le costara la vida. De hecho, antes que lo fusilaran ya habían desaparecido dos de sus grandes amigos y compañeros: Hernán y Alejandro Flores. Yo creo que mi viejo sabía que correría la misma suerte, pero se quedó; y no en una actitud suicida, sino responsable de un proceso, de una opción . Esa actitud, para mí ha sido un gran ejemplo en todos los planos de la vida; cuando él muere, muere también la opción de la vía pacífica al socialismo; muere ese proyecto y ese camino. A quienes nos tocó vivir de niños la Unidad Popular, sentimos la derrota como nuestra. Por ello, la opción del Flaco es parte de una generación que ve y cree posible luchar contra la dictadura y por el socialismo, inventando nuevos caminos, en condiciones adversas, pero con una experiencia que las generaciones anteriores no tenían y que los milicos marcaron a fuego en nuestra memoria.


Tu padre era socialista ¿Qué lleva a Jecar a militar en el MIR?

R: Jecar se involucró en la lucha social cuando entró al Pedagógico a estudiar Historia en 1979, tenía 18 años. Por ese tiempo debe haberse incorporado al MIR, pero era una decisión desde niño. Como generación, a nosotros nos marcó la derrota de la vía pacifica al socialismo, pero la postura del MIR es una opción y una repuesta desde la época de la Unidad Popular. Nosotros fuimos testigos de cómo los ricos, la clase dominante, no iban a entregar así como así su poder, por más votos que hubieran; vimos la alegría de los de abajo y el odio de los poderosos. En Temuco, la UP salía a marchar desarmada y los fachos los esperaban con linchacos y cadenas. Nuestra generación fue testigo de cómo después del Golpe asesinaron hasta la palabra -como en la película Machuca-, de un día para otro nos cambiaron el país. Fuimos testigos del odio de los allanamientos, de los presos, de los asesinatos de los desaparecidos. Entonces, vimos en el MIR una alternativa, ya que el camino de la Unidad Popular, de la visión de mi papá, fracasó, y el Flaco es parte de esa generación.


Jecar era muy joven cuando lo matan, sin embargo, ya era un dirigente destacado y respetado en la izquierda chilena. ¿qué características tenía que lo llevaron a ocupar este sitio hasta hoy?

R: Desde niño tuvo mucho carisma, mucha empatía, siempre fue súper querido por sus compañeros y sus amigos, aunque sin proponérselo. Es que era una persona muy solidaria, sensible, pero -por sobretodo- bien humilde, y no como actitud o pose, sino como forma de vida. Tenía la capacidad de escuchar, de preguntar tu opinión; si habían argumentos, ideas nuevas o datos que para él eran valiosos o desconocidos, él las recogía y estaba siempre dispuesto a cambiar. Cuando defendía una posición siempre la argumentaba y fundamentaba minuciosamente, y si en la discusión surgían nuevos antecedentes o fundamentos, él lo reconocía y ampliaba el análisis. El que surgiera como un dirigente destacado y maduro, radicó en varias cosas. Creo que una de ellas fue el convencimiento que ponía en lo que hacía y en la lucha que estábamos dando. Ese convencimiento irradiaba hacia el resto porque su reflexión siempre se acompañaba de un estudio de la realidad. El siempre estaba ávido de saber lo que pasaba en el mundo popular, de las luchas obreras y estudiantiles de la situación de la izquierda, entonces su convencimiento no surgía de las ganas ni de los principios, sino de la necesidades del pueblo de sus experiencias y luchas concretas. Por otra parte, él siempre asumió más allá de lo que sus responsabilidades exigían, sin reparar en su seguridad, y eso fue muy valioso; porque en esos tiempos, para participar en la lucha político social había que ser valiente, porque en una de esas se te iba la vida. Pero además, había algo en él muy fundamental, era el amor que sentía por todos los que participábamos en el proceso. Nunca le escuché comentarios ofensivos hacia los compañeros, pese a que era muy duro en la crítica, nunca lo hizo invalidando a la persona, sino demostrando sus errores, y en ello era intransigente, incluso consigo mismo. Con toda la confianza que creo nos tuvimos, nunca le escuché decir descalificativos contra alguien, al contrario, siempre encontraba en las personas un aporte a la lucha y lo valoraba tremendamente.


Para hacer un poco de contexto a esta práctica política que mencionas ¿Qué es lo que marca a la generación de Jecar?

R: A nosotros nos marcó la injusticia del golpe, pero cuando empezamos a crecer y a luchar fuimos más felices y libres que nunca, porque en la lucha pudimos expresar la rabia, la bronca, pese a todas la reglas y el terror que nos impusieron. Con nuestra decisión fuimos capaces de conquistar espacios para expresarnos. Cada acción, cada mitin, eran un triunfo, eran acciones osadas, y esos espacios arrebatados a la dictadura nos hacían felices. A eso se agregó – en esos tiempos- el triunfo de la revolución sandinista que fue un gran impacto, estábamos felices, pues era la experiencia revolucionaria más cercana a nosotros cuyos pasos seguíamos con atención, convirtiéndose rápidamente en un referente para los jóvenes chilenos. La libertad de culto y de expresión que existió en Nicaragua después del triunfo también nos llamaba la atención, así como la participación de los cristianos y la mujer en ese proceso..


¿Cómo caracterizarías tú el legado de la generación de los 80?

R: Por la represión que hubo, el proceso de aniquilamiento de la Unidad Popular, el exilio y la dispersión, nuestra generación fue bastante huérfana y -de alguna manera- se autoformó y se autodirigió. Aprendimos de los pocos libros que habían y de los testimonios que provenían principalmente del mundo social, por eso mismo, creo que fuimos más libres. En ese camino, la unidad de la izquierda fue para nosotros una necesidad histórica. Superamos en muy corto tiempo los antiguos sectarismos heredados y así como los jóvenes comunistas reconocen en los miristas a compañeros de lucha, los jóvenes miristas reconocíamos en los jóvenes comunistas su disposición revolucionaria, por eso fuimos profundamente unitarios. Por otra parte, el protagonismo del pueblo fue para nosotros central, natural, y no podíamos entender las cosas de otra manera, era una necesidad histórica en cada tarea que nos proponíamos, pues sin el pueblo organizado, activo, participante y decidiendo, era imposible hacer algo. Entonces, este legado de la generación: la unidad, el poder popular, la valentía, la autoformación, surgen de condiciones históricas determinadas y, más que un legado, se convierten en una forma de hacer política.


En esta forma de hacer política, en el proceso, en los errores ¿cuándo llega Jecar a convertirse en un líder de la izquierda?

R: Creo que uno de los grandes errores que cometimos fue el activismo, sin focalizar nuestros esfuerzos en el fortalecimiento de la alternativa popular en medio de la oposición. Sin embargo, Jecar destacó porque su preocupación estuvo centrada siempre en esta alternativa, en su desarrollo y fortalecimiento; ahí él Flaco se pegó un salto tremendo; él vio más allá que muchos de nosotros. Para él, el proyecto revolucionario que se gestaba en el proceso de lucha antidictatorial cobra una importancia fundamental y destina todos sus esfuerzos a su impulso. En el año 84, en que apenas tenía 23 años, su reflexión ya es de largo plazo, recogiendo las experiencias latinoamericanas e internacionales. En el MDP, él va a madurar tremendamente y creo que es, en ese momento, cuando el Flaco pasa de ser un dirigente universitario a convertirse en un gran líder de la izquierda chilena.


Tú que has estado muy cerca del proceso judicial por la muerte de Jecar y estuviste además muy cerca, como dirigente y hermana, al momento en que ocurre. ¿cuál es la respuesta al por qué de su asesinato, en momentos que ya terminaba la Dictadura?

R: El asesinato de Jecar es uno de los horribles pasos que decide la Dictadura en su afán de dejar la transición amarrada; porque el Flaco constituía -por la opción que él representaba- una amenaza a la transición. Después del plebiscito, Jecar entendió que la posibilidad de coincidir el término de la Dictadura con una salida revolucionaria ya no era posible y lo que había que hacer era prepararse para la nueva situación política. Mientras nosotros –porfiadamente- insistíamos en darle un giro a la historia, él estaba preocupado de otras cosas, de la unidad de los revolucionarios para enfrentar el nuevo período, del fortalecimiento de las organizaciones populares en sus demandas populares, etc. El Flaco estaba preocupado de cómo fortalecíamos la alternativa democrático popular en estas nuevas condiciones, para que fuera una fuerza gravitante en el nuevo período. Creo que su legitimidad -por los años de lucha antidictatorial- y estos pasos que él aceleradamente emprendía, se convirtieron en una amenaza para la Dictadura, pues él representaba una postura de clase, por su historia, por su extracción. De toda esa gente, el Flaco era uno de los que podía liderar una postura de clase revolucionaria en transición y eso fue lo que, finalmente, le costó la vida. Por Ana María Olivares y Lorena Sandoval

Publicada el jueves 1 de septiembre de 2005
Por: Pablo Andrés Soto Rojas


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