13 octubre 2006

29 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE BEATRIZ ALLENDE

Un 11 de octubre de 1977, Tati Allende, como de forma cariñosa le decíamos a la hija del Presidente Salvador Allende, tomó la drástica determinación de terminar con su vida, prolongando en el tiempo su existencia desde el fatídico 11 de septiembre de 1973, cuando su padre ofrendó su vida en defensa del gobierno democrático y constitucional al que el pueblo lo había elegido y en cumplimiento de su compromiso contraido para su defensa hasta las últimas consecuencias, en un ejemplo de valor y dignidad que quedó inscrito para siempre en la historia.

Para quienes tuvimos el honor de trabajar con ella, no nos cabe dudas que siempre fue su más intimo sentimiento el compartir el sacrificio junto a su padre aquel día, y su enorme frustración por no poder hacerlo.

Pero su padre le pidió y en el fragor del combate le ordenó perentoriamente, que salvara su vida y la del hijo que llevaba en su vientre, para dar testimonio de la traición y cobardía de los militares que no dudaron en atacar y destruir el símbolo humano y físico de la democracia chilena, representados por el Presidente de la República, sus ministros y leales colaboradores, así como La Moneda casa de gobierno. También le dió la tarea de luchar por la unidad, organizar la resistencia y concitar la solidaridad internacional para apoyar al pueblo chileno a recuperar su democracia y enfrentar la represión.

Y así Tati se refugió en la Embajada de Cuba, donde la persiguieron las balas de los soldados traidores que atacaron la sede diplomática hiriendo incluso a su embajador, no atreviéndose a tomarla por la defensa decidida que el personal cubano llevó a cabo. Otro tanto haría la tripulación del buque mercante Playa Larga, que zarpó de Valparaíso desobedeciendo las órdenes de la marina de guerra chilena que fue la primera rama de las fuerzas armadas en plegarse al golpe, y fue perseguida hasta aguas internacionales bajo el fuego de la metralla e incluso dos torpedos que perforaron su casco y salvó de hundirse gracias al auxilio de un remolcador peruano que la llevó a puerto para su posterior reparación.

Similares acontecimientos transcurrieron en el golpe de estado frustrado en Venezuela, donde cubanos apátridas incitaron a hordas derechistas a tormarse la Embajada de Cuba y el personal demostró la misma decisión y valentía para su defensa, a pesar de tres días de asedio sin luz, agua ni alimentos.

Por eso no había mejor y más seguro refugio para Beatriz y su hijo por nacer, de padre cubano, donde Fidel y el pueblo de Cuba era la retaguardia de todos los revolucionarios del mundo. Y allí precisamente frente a un millón o más de personas, Tati narró la gesta heroica de la defensa de La Moneda y el compromiso de los chilenos de luchar hasta recuperar la democracia y cumplir con el ejemplo y legado del presidente mártir.

No es por tanto casual este párrafo de su discurso en la Plaza de la Revolución en La Habana:

"A mi me reprochó que estuviera ahí con este embarazo, que mi deber era irme junto a los compañeros de la embajada de Cuba. Me hizo saber que había sufrido como en carne propia las provocaciones y agresiones de que habla sido víctima la representación diplomática cubana en los últimos meses. Que creía que ese día iban a ser provocados, que podría haber combate. Y que por eso debería estar junto a ellos."

Como tampoco fue casual el inédito hecho que Fidel promulgara un decreto invirtiendo el apellido de ese hijo que Tati llevaba en las entrañas y nació cubano, para que su amigo y camarada entrañable Salvador Allende, asegurara su decendencia con su nieto, por no haber tenido hijo varón, impidiendo así que se perdiera el apellido Allende en la familia del compañero Presidente. Alejandro Salvador Allende, se llamó ese niño.

Y el trabajo de Tati en el Comité Chileno de Solidaridad de La Habana y en cada lugar del mundo en que estuvo promoviendo la unidad y la resistencia antidictatorial, la lucha antifascista y la democracia, no tuvo descanso, y no se circunscribió a la lucha del pueblo chileno, también fue la solidaridad con Vietnam, con Angola, con la lucha en Sudáfrica contra el Apartheid y el racismo y en cada causa justa por la libertad, la independencia y la soberanía de los pueblos.

El día anterior a su partida, Tati recorrió cada una de las oficinas y conversó con cada uno de los funcionarios que nos encontrábamos junto a ella. Su voz, su mirada y sus gestos fueron más tiernos y suaves que nunca antes y su trato siempre amable tuvo la cordialidad de un adios insospechado.

El Doctor Soto, escribiría luego: "El pasado martes, en horas de la mañana, hallándose en su hogar en la ciudad de La Habana, se privó de la vida, con un arma de fuego, la compañera Beatriz Allende. A más de cuatro años del golpe fascista en Chile, Beatriz Allende es una nueva víctima. Las heridas psíquicas recibidas el 11 de septiembre de 1973 y la tragedia de su pueblo, a partir de esa fecha, han sido las causas que la condujeron al suicidio".

Caminamos aún impactados por la noticia y sin resignarnos al hecho hacia el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el Cementerio de Colón, donde descansaron sus restos junto a los héroes de la Patria de Martí.

Sólo este 12 de octubre, el Colegio Médico de Chile, le rindió un homenaje póstumo a su colega y donde nos volvimos a reencontrar tras muchos años sus familiares, amigos, camaradas y colaboradores.

La visión poética reflejada en la música popular tampoco puede estar ausente de su recuerdo:

Un nombre, un apellido
(Isabel Parra)

(A Beatriz Allende)


Se durmió una sonrisa,

se secó una esperanza,

se detuvo una mano,

se cansó una nostalgia.

¿Qué noches sin finales

inundaron tus sueños?

¿Qué nubes transportaron

esos vientos isleños?


Beatriz, Beatriz...


Déjame por lo menos creer

que no estás triste

por lo que no lloraste,

por lo que no dijiste.

Con verdades intactas

y en batallas sin fin

hablarán los copihues

de tu diario vivir.

Quedará una pregunta,

un eterno gemido,

una furia en las olas,

un nombre, un apellido.

09 octubre 2006

39 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL CHE

Mi primer contacto con el pensamiento del Che, a través de su diario, fue un par de años después de su muerte. En mi mente adolescente se grabaron los difíciles momentos que le tocó vivir a esa guerrilla aislada y cercada en la selva boliviana.

Luego me tocaría conocer a alguno de sus sobrevivientes que logramos rescatar de la represión, ayudándolos a pasar la frontera y protegiéndolos de caer en manos de la policia hasta que tuvieran refugio seguro en Cuba.

También supe por esos años que un periodista chileno, Elmo Catalán, se había sumado a esa lucha, dejando en ello su vida. Luego conocería a uno de sus hermanos, Homero, y a su anciana madre. Homero es hasta hoy un desaparecido, luego de ser capturado por los organismos represivos argentinos cuando intentaba sumarse a la lucha antidictatorial contra Pinochet.

Coordinando la solidaridad con estos luchadores por la libertad, conocí a José María Inchaústegui, Embajador de Cuba en Chile, durante el gobierno de Salvador Allende, a quien vería luego en un encuentro esporádico en Cuba cuando caminaba por la calle junto a su esposa. Tuvimos ocasión de compartir con él en reuniones de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Norte de Arica, que lo había invitado a dar una clase magistral sobre la Educación y la Universidad en Cuba. Fue el primer hombre que vi llorar recordando al Che, con quien había trabajado en el Banco Nacional de Cuba, transmitiendo el profundo dolor que significó su pérdida.

Una nueva trágica circunstancia, hizo que yo tuviera que escribir la carta de condolencias al Partido Comunista de Cuba, cuando Inchaústegui, regresando de su misión diplomática en Japón y Malasia, pereciera junto a su esposa, víctima de un intento de captura del avión en que viajaba, por las Brigadas Rojas italianas.

He querido recordar a todos estos luchadores que en distintos momentos han ofrendado sus vidas por la revolución. También a Camilo Cienfuegos que comparte esta foto junto al Che en la casa de campesinos de la zona oriental de Cuba, con quienes tuve ocasión de compartir también muchas anécdotas de su protagonismo en las filas del Ejército Rebelde que llevó a la victoria a la guerrilla campesina de Cuba, para constituirla en el Primer Territorio Libre de América. Para todos ellos, héroes y mártires, vayan mi más sentido homenaje. ¡Hasta la Victoria Siempre!.
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