01 enero 2008

Sobre el 49 Aniversario del triunfo de la Revolución Cubana

El 31 de diciembre de 1958, Fulgencio Batista y sus incondicionales más comprometidos con su brutal dictadura, subieron a los aviones de la Fuerza Aérea con destino a Miami y a República Dominicana, huyendo en tropel, tal como lo hicieran los ricos y reaccionarios en Chile cuando triunfó Allende y como lo hicieran más recientemente los dirigentes y empresarios de la derecha venezolana cuando fracasó su golpe de Estado.
 
Las fuerzas del Ejército Rebelde avanzaron en tres columnas hacia La Habana, derrotando lo que quedaba de un ejército desmoralizado y vencido en cada combate por el empuje del pueblo y lograron frustrar además un intento de golpe de Estado para evitar la caída definitiva del régimen.
 
A la cabeza de estas fuerzas, los tres líderes más reconocidos en el fervor popular: el abogado Fidel Castro empapado en los principios martianos, marxistas y con formación jesuíta, el médico argentino Ernesto Guevara marxista de sólidas convicciones y el modesto sastre Camilo Cienfuegos de pensamiento católico. Detrás de ellos centenares de campesinos mal armados pero cuyo valor era la lógica continuidad del Ejército Mambí Libertador de Cuba que derrotó al ejército colonial español. Sus símbolos, los machetes, las tupidas barbas y los collares de las creencias africanas mezclados con la cruz cristiana como parte del sincretismo religioso.
 
Atrás quedaban las derrotas del Asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba que dió lugar al surgimiento del programa contenido en la proclama "La Historia me absolverá" que defendió Fidel ante los tribunales como sobreviviente de esa primera acción militar que dió inicio a la lucha revolucionaria, el desembarco del yate Granma devenido en masacre de la mayor parte de sus ocupantes a manos del ejército batistiano, para dar paso a una larga lucha que teniendo como principal escenario las montañas de la Sierra Maestra también se llevó a cabo en las acciones de apoyo y sabotajes en la ciudades y pueblos a lo largo de toda la isla.
 
El primero de Enero de 1959, triunfaba una auténtica Revolución Democrática Popular y el Primer Territorio Libre de América donde la ingerencia estadounidense veía cercenados sus tentáculos políticos, económicos y militares que había logrado imponer desde el frustrado triunfo de las fuerzas independistas cubanas sobre España y representada en la impuesta enmienda Platt que condicionaba el gobierno cubano a los intereses y designios de EEUU que con su intervención militar condicionó la política interna, la economía y se posicíonó de la base naval de Guantánamo convirtiendo a Cuba en una neocolonia gringa, denominada por los propios cubanos como la pseudo república.
 
Los procesos de reforma agraria y nacionalizaciones, eran inevitables y consecuentes con la naturaleza de una revolución verdadera. Así como fueron inevitables las agresiones e intentos de desestabilización imperialistas cuyo más cruento sello ha sido el bloqueo económico por casi 50 años, a pesar del repudio mundial expresado en las sucesivas votaciones en la Asamblea General de Naciones Unidas.
 
Esto llevó también a una inevitable radicalización de la revolución que llevó a transformar a Cuba en el primer país socialista de América que buscó un contrapeso a las agresiones estadounidenses en una estrecha alianza con la Unión Soviética y el resto de los países socialistas del mundo hasta la caída de la mayoría de ellos.
 
El pueblo cubano, principal protagonista de esta gesta histórica, ha dado muestras de un valor, de un heroísmo, una solidaridad  y un sacrificio colectivo inédito que lo ha hecho ser respetado y admirado en el mundo por todas las personas progresistas e incluso por aquellos que no se identifican y por el contrario son adversarios políticos e ideológicos. Ellos han debido sobrellevar una pesada carga de restricciones materiales y de calidad de vida más que cualquier país agredido por los EEUU en el mundo.
 
La revolución, como cualquier obra humana colectiva, ha estado plagada de éxitos y fracasos, de aciertos y errores, pero puestos en la balanza, entregan un haber superior al que pueden mostrar otros procesos de desarrollo que cuentan con mayores recursos y menos restricciones poderosas. Los logros en educación, salud, deporte, desarrollo científico-técnico y cultura, sólo pueden ser reconocidos por las instituciones internacionales y las personas que evaluan sin prejuicios la experiencia y reconocen el aporte de Cuba en el contexto global.
 
La experiencia cubana se justificaría plenamente si sólo consideráramos que ha demostrado "que otro mundo es posible", que otro tipo de sociedad y de ser humano es posible de construir y de formar. Las deficiencias en la conducción económica, los signos de corrupción, la burocracia, el doble estandar, no pueden borrar o ignorar el hecho de que el cubano posee una conciencia social que no se encuentra en otros pueblos donde el individualismo y el consumismo prevalece. No fue el "hombre nuevo" que soñó el Che y los socialistas y comunistas utópicos, pero sin duda, fue el gérmen de un ser humano cualitativamente distinto y altamente deseable. Estas cualidades valóricas trascienden a la identidad, indiferencia o disidencia con el régimen.
 
La realidad unipolar del mundo globalizado actual que ha obligado a Cuba a una apertura al mercado, nos ha mostrado el exilio económico cubano, en una diversidad de países de nuestra América Latina y del Caribe, y un médico cubano en general, es más humano por formación que muchos formados en una sociedad donde esta profesión liberal está permeada por el interés económico y el prestigio social clasista. Sus profesionales, técnicos y trabajadores no especializados, son no sólo mejor preparados, sino también más concientes en el desempeño de su trabajo y resultan más eficientes y exitosos, logrando una mayor integración y aceptación, superando prejuicios en distintos países.
 
Incluso la participación militar de Cuba en Africa trajo como beneficios la mantención de la independencia de Angola, la obtención de la independencia de Namibia y la creación de condiciones para la caída del Apartheid en Sudáfrica y su obtención de la democracia.
 
Sin embargo, las misiones médicas cubanas en más de 30 países del mundo subdesarrollado, de sus maestros y alfabetizadores, y la atención médica de los niños afectados por el accidente nuclear de Chernobil, la operación "Milagro" para restituir la visión de miles de pobres en latinoamérica, junto a la formación de centenares de médicos y cineastas de las Escuelas Latinoamericanas de Medicina y de Cine, así como de innumerables especialidades para el Tercer Mundo, resultan un aporte que se valoriza aún más sobre la base del sacrificio colectivo de un pueblo. Nada de ello tiene por objetivo el "robo de cerebros" o la apropiación de las capacidades de estos profesionales. Algunos tratan de enlodar estas acciones achacándoselas a los objetivos de la "propaganda comunista", pero nadie pide o exige que la propaganda contraria haga algo similar para combatirla.
 
La generosidad, el desprendimiento, el desinterés y la solidaridad de Cuba, ha sido y es un valor humano colectivo que sólo puede ser reconocido, agradecido y admirado, independientemente de la política y la ideología, y será la obra imperecedera de la Revolución, sea cual sea su destino en el futuro, que esperamos sea el más próspero y justo para este heroico pueblo.